La Feria de Abril sucede así: Uno, el “pescaíto”. Dos, el apagón. Tres, fiesta central. Cuatro, los caballitos. Cinco, el pase de políticos. Seis, los visitantes. Siete, corrida de toros. Y bailar las sevillanas, bailar las sevillanas.
Dos semanas después de la Pascua, la danza y los cantos inundan las calles de Sevilla. Del 20 al 25 de abril, la ciudad está envuelta en siete días de festejo en el barrio de “Los Remedios” para echar unos bailes, beber y comer al son de las sevillanas.
La Feria de Abril, celebrada desde 1848 y con gran aceptación popular, puede dejar de ser prometedora en poco tiempo. El Ayuntamiento de Sevilla quiere promover una medida para desplazar la fiesta unos días más tarde. Esta propuesta intenta atraer más turistas situando las fiestas el uno de mayo, aprovechando la fiesta nacional, y el dos de mayo, festividad en la comunidad de Madrid. Pero para aprobarse debe pasar por un tribunal popular sensible, y dudo que su respuesta sea afirmativa. No solamente se mueve una tradición muy arraigada, sino que el nombre ya no tendría sentido, y en la Wikipedia tendrían que coexistir dos nombres: el de abril y mayo.
Rebautizar las tradiciones es arriesgado, tanto por la historia como por la aceptación. Pongamos por ejemplo que los Sanfermines se celebraran en enero. La canción del uno de enero, dos de febrero… perdería significado. Y la atracción de los turistas disminuiría. O si el carnaval se celebrara en julio. El sentido de la celebración –para muchos- desaparecería. Se seguiría celebrando, como la Feria, pero no tendría pasado que contar.
El rechazo al cambio de días parece haber castigado a los sevillanos. Los primeros días de la Feria han resultado ser un caos. Tanto sevillanos como visitantes nacionales o internacionales no pueden asistir porque están atrapados en distintos aeropuertos. El responsable se llama Eyjafjalla. Un volcán situado en el sur de Islandia echó su furia el diez de abril, tras más de 180 años inactivo, y dispersó las cenizas en diversos países de Europa. El resultado es menos clientela y sevillanos que esperan despegar entre nervio y nervio. De momento sólo les queda “disfrutarla” y verla por televisión. Poca cosa.
Pero en Sevilla los huevos también parecen estar revueltos. El sector hotelero de Sevilla se lamentó por la cancelación de tantos vuelos, con un coste de 40.000 euros en algunos establecimientos. Crisis más volcán, igual a pérdidas. Suma fácil.
A este embrollo se le puede agregar las dificultades en el transporte. Los autobuseros de Tussam, empresa municipal de transportes de Sevilla, han convocado una huelga en contra de la empresa. Así que ni de fuera, ni de cerca.
Aunque los desastres naturales no se puedan controlar ni preveer, no sé si hubiera sido mejor aplazar la Feria a mayo. El número de forasteros podría haberse visto incrementado. Y de esta manera, tanto el Ayuntamiento como los ciudadanos contentos. Suma fácil.
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